El Reino de Dios
es una propuesta sin más opción. Amar como eres amado, y darte como el Señor se
te da. Así de sencillo, ofrecida desde la pobreza y la debilidad, sin coacciones
ni proselitismo. Quienes no lo hagan así, aparte de equivocarse, su propuesta
no dará frutos.
Si miras, escuchas
y lees la Palabra, observarás que Jesús se presenta pobre, sencillo, sin fortaleza,
y sin exigencias. Sólo ofrece su Palabra y su Vida, dándose por Amor y actuando
con Misericordia. No hay condiciones, sólo libertad y propuesta. Tú decides y aceptas
o rechazas.
Así fueron
enviados por el Señor, de dos en dos, y les decía: «La
mies es abundante y los obreros pocos, rogad, pues, al dueño de la mies que envíe
obreros a su mies». Y así siguen siendo enviados. Tal es el
caso de los hermanos Cirilo y Metodio, patronos de Europa, de los que hoy la Iglesia
celebra su día.
También nosotros,
desde la hora de nuestro bautismo, también somos enviados. Con ese fin ha
bajado a nosotros el Espíritu Santo. Pidamos la luz, la fortaleza y la
sabiduría de corresponder como obreros enviados a su mies.