sábado, 17 de enero de 2009

YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.

A la hora de plantearnos nuestra fe nos enfrentamos a muchos problema y dudas. Por un lado nos encontramos con nuestra naturaleza humana caída por el pecado, nuestras apetencias y gustos carnales, que nos inclinan al egoísmos y al someternos los unos a los otros. En esas tribulaciones se nos hace muy difícil la elección y nuestra soberbia (el pecado) nos llena de suficiencia y razones para darnos la capacidad de creernos capaces de poder, por nosotros mismos, discernir y encontrar solitos el camino.

Es una de tantas advertencias que el SEÑOR nos hace: "tienen que hacerce como niños para entender y comprender mi Palabra". Y eso significa fiarse sin tratar de comprender en primera instancia, como un niño se fía de su padre, más tarde se irá entendiendo todo. Necesitamos tiempo para madurar y comprender. DIOS tiene paciencia y ha querido darnos el tiempo para que vayamos dándonos cuenta, con su ayuda, del amor que nos tiene y de su Omnipotencia.

El momento más maduro de la Creación es la Encarnación del HIJO de DIOS en hombre como yo, con mis mismas limitaciones: sed, hambre, frió, tentaciones...ect., menos en el pecado. En ese momento, DIOS, pidió a su HIJO la decisión más terrible que se puede pedir: "su muerte por amor". Y repetidamente le ha dicho al hombre: "hoy les pongo delante bendición y maldición: "elijan" (Dt. 11, 26). Y otra vez: "hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal: "elijan" (Dt 30, 15).

Sin embargo, estamos empeñado en buscar nuestro propio camino aún tratándolo de buscarlo a ÉL. Sin embargo, nos empecinamos en creer lo que a mí me parece y me cuadra, sin tenerle en cuenta, a pesar de que queramos encontrarlo y seguirle. Sin embargo, seguimos nuestra voluntad y no la de ÉL. ¡Razones no nos faltarán nunca! Pues por nuestra lógica y razón no sentiremos siempre inclinados a dar rienda suelta a nuestra soberbia aún difrazada de humildad y de buenos sentimientos.

Son sus discípulos los primeros no creyentes, pues viéndolo andar por el lago se asustaron diciendo que era un fantasma, y daban gritos de miedo. JESÚS les habló enseguida: "ánimo, soy YO, no tengan miedo" Mt 14, 24-27). Sucede, hoy nos pasa lo mismo a nosotros, que no creemos, tenemos miedo, nos ponemos a temblar, se nos ofuscan los ojos, y hasta tomamos a JESÚS por un fantasma.

Y es entonces cuando, apremiados por la inseguridad, no tenemos otra salida que pedirle aún otro signo u otra explicación. Incluso, fortalecidos en nuestra soberbia exigimos comprender al que no se puede comprender por su Inmensidad. ¡Qué insensato somos! Indudablemente la paciencia del SEÑOR es infinita, porque de otro modo nos exterminaría en un santiamén.


Y, precisamente, es Pedro el que se lo pide: "SEÑOR, si eres tú, mándame acercarme a ti andando sobre el agua". Y el SEÑOR le responde: "Ven" (Mt 14, 28-29). Y Pedro va, y mientras va mirando a JESÚS todo va bien, más cuando amenazado por el viento siente miedo y duda, empieza a hundirse e inmediatamente clama: "Sálvame, SEÑOR".

¡Cuantas veces ha resonado el grito de Pedro en mi alma! No, ni siquiera yo, que soy un mal nadador, tengo miedo de ahogarme si hay cerca una gran barca. Se necesita poco para volver a subir con los compañeros de navegación, incluso en una noche oscura. Lo que realmente me hace gritar, lo que hace gritar a Pedro, es la debilidad mortal de nuestra fe.

Pedro ha pedido el signo de caminar de pie sobre el agua, no el de deslizarse hacia JESÚS: eso era fácil, normal. Hay muchos, en ellos me incluyo, que nos deslizamos suavemente y acomodados hacia JESÚS. Vamos muy bien pertrechados por nuestras seguridades e incluso las exigimos, y desde lejos damos algunos gritos por los que se hunden y se ahogan. Convivimos, incluso, dentro de los suyos y con los suyos, y nos consideramos, aún, de los suyos. Formamos su Iglesia y nos sentimos orgulloso de ello.

Pero pedir el don de andar sobre las aguas es el signo de que DIOS no es un fantasmas, un sentimiento, una luz o esencia, sino que DIOS hecho HOMBRE en JESÚS domina sobre la historia, sobre los eventos, que es DIOS de lo imposible. Ésta es la sustancia de la fe, ésta es la novedad en la relación con lo Divino, ésta es la confianza de que DIOS está con nosotros, de que el mundo está salvado, de que la muerte ha sido vencida por CRISTO, de que existe la vida eterna, de que nosotros somos inmortales.

Este es mi DIOS, en el que creo profundamente y que no puedo callar de pregonar al mundo a través de mis humildes blogs. Ésta es la razón de mi ser creyente católico. Creer, esperar, amar representan de verdad la obra maestra de este combate entre el cielo y tierra, entre visible e invisible, entre un DIOS que es para nosotros un fantasma y el DIOS que es para nosotros PADRE, HERMANO , AMIGO, ESPOSO.

Una figura digna de se tenida en cuenta y por algo fue elegida para ser su Madre, nos ha enseñado el camino de humildad en el encuentro del SEÑOR. Ella no gritó ante el Misterio, no tomó por un fantasma al ángel Gabriel, ni exigió entender lo ininteligible, sino que permaneció dulcemente serena ante la Inmensidad de lo Divino. Y ante la semana misionera Mariana, que empieza hoy en mi parroquia, pido al SEÑOR, por intersección de su Madre, nos ilumine, nos fortalezca y nos alumbre el camino, la verdad y la vida.

Este JESÚS ha resucitado y ese es el fundamento de nuestra fe. Por lo tanto hay que escucharle y conocerle, porque sólo ÉL es el Camino, la Verdad y la Vida.