miércoles, 13 de septiembre de 2023

¿EN QUÉ LUGAR DE MI CORAZÓN ME EXPERIMENTO SACIADO HASTA NO NECESITAR DE DIOS?

Sucede que, quizás sin darnos mucha cuenta, hay situaciones en las que creo que me basto a mí mismo. En esos momentos experimento que quizás no necesito de Dios y me erijo en mi propio señor. Quizás experimento que estoy lejos de esas bienaventuranzas que proclama bienaventurado Jesús. Sin embargo, por su Gracia, en algunos momentos debo de alegrarme porque recibo ciertos reproches e insultos por proclamar mi débil y pobre fe.

Esta apreciación me obliga a estar en permanente vigilia. Nuestra naturaleza, inclinada a acomodarse y a satisfacer sus egos y apetencias, es proclive a dejarse llevar por el buen vivir, que no está nada mal, pero que empieza a ser una grave falta desde el momento que me olvido del que sufre, del excluido, del marginado, del pobre, del que llora, del que está sometido a injusticias…etc.

Y lo es porque no podré amar en esas condiciones, y menos a Dios, aunque aparentemente lo refleje y lo parezca. El amor a mi Padre Dios está fuertemente unido al amor al prójimo bienaventurado que hoy proclama Lucas en su Evangelio. Por lo tanto, no seré bienaventurado si mi vida no camina en esas coordenadas de los bienaventurados que llama Jesús.

De nada vale esconder la cabeza o desviar la mirada. Me confieso pecados y muy lejos de esas coordenadas bienaventuradas pero esperanzado en que por la acción del Espíritu Santo pueda descubrir y experimentar esa hambre de bienaventuranzas que Jesús, mi Señor e Hijo del Padre, me propone.