María encuentra
el sepulcro abierto y no está el Señor. Llora desconsolada pensando que se lo
han llevado. Posiblemente, a nosotros hoy nos puede pasar lo mismo. No creemos
que el Señor esté vivo y pensamos, más que se lo han llevado que su
resurrección es un cuento que algunos han preparado para provecho propio.
Realmente,
con la mano en el corazón, ¿tiene esto sentido? ¿Alguien puede sacar provecho
de defender esto y propagar que lo de la resurrección es un cuento?
Posiblemente, la respuesta a este bulo que muchos defienden y exponen, se
esconde en ellos mismo: la negativa a creer y convertirse, porque eso exige una
conversión del camino y del regreso a la verdad, a esa vida nueva donde el
signo fundamental es el amor y la misericordia.
Y eso
realmente cuesta, exige despojo y liberarse de todo aquello que nos aprisiona,
nos somete y nos esclaviza. Convertirse es darle la vuelta a nuestro corazón, y
donde antes decía egoísmo, ahora hay que poner generosidad; y donde antes decía
mentira, ahora hay que poner verdad; y donde antes decía soberbia, ahora hay
que poner humildad y mansedumbre; y donde antes …
Jesús es nuestro hermano mayor y nos precede en el camino hacia el Padre. Esa es nuestra única meta y el Camino, la Verdad y la Vida que debemos seguir.