lunes, 24 de febrero de 2025

¡SEÑOR, AUMENTA MI FE!

Este pasaje evangélico nos viene como anillo al dedo. Es evidente que nos falta fe hasta el punto de que dudamos. Una de nuestras peticiones diarias debería ser: ¿Señor, auméntanos la fe, porque nuestra fe es poca y muy débil.

Y es que experimentamos que la fe es un don de Dios. Aunque nos empeñemos en creer, no podremos por nuestra cuenta, pues siempre habrá un atisbo de duda, de incredulidad, de pensar de que quizás esto no saldrá como queremos o pedimos. La fe tendría que ser certeza absoluta, como que yo ahora estoy escribiendo. Y eso no podemos conseguirlo nosotros. Es un don que nos da Dios, y por eso hay que pedírselo.

Sin embargo, eso no quita para que nosotros la busquemos, la pidamos y nos esforcemos en fiarnos de la Palabra del Señor. Nuestra razón, para algo la tenemos, si nos da motivos y razones para creer y confiar en el Señor. Otra cosa es esa fe de la que hablamos y con la cual, como nos dice el Señor, podemos mover montañas.

Tengamos pues perseverancia y pidamos al Señor que nos aumente cada día un poco más esa fe que necesitamos para hacer su Voluntad sin la menor duda.