domingo, 8 de abril de 2012

EL SEPULCRO ESTÁ VACIO

(Jn 10, 1-9). El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, ...

No se encuentra el cuerpo de Jesús, pues el sepulcro está vacío. ¿Dónde está? ¿Quién se lo ha llevado? Todavía hay alguien que sostiene que lo han ocultado. ¿Se puede creer en ese disparate? ¿Hay alguna razón que lo pueda sostener?

Sin embargo, se cuentan por millares sus apariciones, primero a las mujeres, y luego a sus apóstoles y discípulos. Cincuenta días permaneció Jesús preparando a sus apóstoles para la tarea de edificar su Iglesia. Cincuenta días estuvo testimoniándole su resurrección. Y la vida y obras de los apóstoles lo certifican. ¡Jesús ha resucitado!

Sólo así se puede entender ese gran milagro de su Iglesia. Sigue viva y firme como roca a pesar de las dificultades, las divisiones, los enfrentamientos, los pecados de todos los que la formamos. Y también por los que permanecemos fuera y la perseguimos. Nadie puede aniquilarla. Los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.

Jesús vive y permanece entre nosotros en cada momento. Cada día lo podemos ver, tomar y comer su Cuerpo, alimentarnos y fortalecernos con su presencia. Está presente en el Sacramento Eucarístico. Allí nos acompaña, nos cita, nos sigue y nos aconseja. Allí nos fortalece, nos ilumina, nos sostiene y nos motiva. Allí nos inunda de su Gracia y nos da la luz para ser pacientes, constantes, perseverantes y firmes en la fe.

¡Jesús vive entre nosotros y nos acompaña hasta la muerte, para que muertos en Él, resucitemos en Él!  Amén.