En eso consiste
nuestra vida y ese es realmente su verdadero sentido: «Buscar y hacer la Voluntad de Dios» Todo nuestro andar, buscar y hacer estará
– al menos debe estar para el fiel creyente – en esforzarnos en vivir de
acuerdo con la Voluntad de nuestro Padre Dios. Eso es lo que nos ha transmitido
Jesús, desde niño hasta el último momento de su suspiro, en este mundo, desde
la Cruz.
Y el pasaje del
Evangelio de hoy nos narra ese episodio cuando sus padres, que lo creían
perdido, lo encuentran en el Templo. Su respuesta, a la pregunta de su Madre
fue clara, categórica y firme: «Y ¿por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?».
Quizás esa debe ser también nuestra respuesta ahora en nuestro tiempo. Nuestra misión es dar a conocer la Casa de mi Padre. En otras palabras, se trata de anunciar que Jesús Vive y se ha quedado en el Sagrario para darse como alimento espiritual en la Eucaristía de cada día. Y es allí, en la Casa del Padre donde le encontramos en cada instante de nuestra vida y donde le abrimos nuestro corazón para que también habite en nosotros. Nos hacemos templos viviente de su Amor Misericordioso e Infinito.