miércoles, 16 de agosto de 2023

JUICIO COMUNITARIO Y DISCERNIMIENTO

No es cosa de uno, sino de varios. Es decir, se trata de la comunidad, porque la verdad, lo hemos oído decir muchas veces, está en la comunidad. Nunca el juicio puede estar anclado y poseído en una persona. Eso es malo y sujeto a error. Sucede hoy en nuestro país. Si el poder se concentra en una persona, aún con buenas intenciones, se ejerce mal y tiránicamente.

El juicio está en el discernimiento de la comunidad. Las palabras de Jesús no van referidas a uno sino a todos: Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.  Por tanto es la comunidad la que debe reunir el discernimiento de todos y emitir el juicio. Y, por supuesto, siempre a la luz del Espíritu Santo.

El poder de atar y desatar no es conferido a sujetos aislados que pueda ejercerlo de manera tiránica, sino que es patrimonio de una comunidad llamada a discernir, a partir del amor fraterno y de la oración (del Evangelio diario en la compañía de Jesús). Eso nos descubre y explica la necesidad de caminar juntos, de ir enlazados por el Espíritu de Dios en la misma Barca – la Iglesia – a pesar de las tormentas, las desviaciones, los aislamientos o los afanes de poder.

Es evidente que no vamos solos y que la Barca, a pesar de los pecados de los marineros, el Capitán – Espíritu Santo – la lleva firmemente a buen puerto. Simplemente, nosotros que queremos y deseamos ir enrolados en ella, tratemos de dejarnos guiar y obedezcamos sus órdenes apoyados en una fe firme sobre roca.