domingo, 21 de octubre de 2018

NO SE NOS QUITA DE LA CABEZA

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Mc 10,35-45
Podemos repetirlo y asegurarlo una y mil veces, pero no se nos quita de la cabeza. Es algo que está en nuestros genes del pecado. Algo por lo que estamos manchados y tentados. No podremos evitarlo por nuestras propias fuerzas y eso explica la corrupción que hay a pesar de los riesgos y peligros a los que nos exponemos. No tenemos sino ver que arriesgamos a cada instante nuestra propia salvación al caer en el pecado.

Somos débiles, esa es la conclusión a la que tenemos que llegar, y si no descubrimos esta debilidad estaremos a merced del príncipe de este mundo que nos esclaviza y somete. Porque, al descubrirnos débiles nos reconocemos pecadores y, humildemente, recibiremos la Misericordia de nuestro Padre Dios que nos busca para redimirnos y liberarnos del pecado.

Ese es el objetivo del Señor, redimirnos y liberarnos del pecado y, para eso, entrega su vida y se abaja hasta ser el humilde servidor de todos. 

Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».