martes, 21 de diciembre de 2021

¿Y NOSOTROS, EXPERIMENTAMOS GOZO AL CELEBRAR EL ACONTECIMIENTO DEL NACIMIENTO DEL SEÑOR?

 

Esa es la clave y la cuestión, ¿realmente somos consciente de lo que celebramos estos días? ¿Nos damos cuenta de que celebramos y renovamos la venida del Niño Dios a nuestras vidas, y que con ella nace la esperanza y el gozo de la vida eterna en nosotros? Porque, puede suceder que la Navidad se convierta en otro tipo de fiesta donde el Misterio del nacimiento del Dios encarnado en naturaleza humana – Dios hecho hombre – pase desapercibido y casi por debajo de la mesa. Donde l principal sean los turrones, las fiestas y comilonas, los regalos, el ambiente de luces y animación festiva.

Supongo que María, aquella joven, sencilla y humilde, se apresuró – llena de gozo y alegría – a visitar a su prima Isabel. Y, de la misma forma, al ser oído su saludo por su prima, la criatura que – a pesar de ser estéril estaba ya de seis meses – saltó de gozo en su vientre. El encuentro estaba lleno de esperanza, de alegría y gozo. Pensemos, ¿es eso lo que celebramos?

Porque, lo que ocurrió – ya ahora lo conmemoramos y celebramos – es que Dios, encarnado en el vientre de María, tomó naturaleza humana y habitó entre nosotros. Es, precisamente eso, lo que tratamos de celebrar, revivir y vivir, porque, Jesús, sigue Vivo entre nosotros y, a cada momento, a cada instante y en todo momento está dispuesto – si le dejamos – a nacer entre nosotros. Y, de una manera muy particular y notoria. Dentro de tu corazón. También en el mío. Por eso me alegro e invito a todos a dejarle un hueco a Jesús en nuestro corazón para que también nazca entre nosotros.

Es entonces cuando todas las luces, los turrones, las comidas, lo festivo, cantos y villancico tienen sentido. Y, desde el fondo de nuestros corazones sale el grito irremediable de:

FELIZ NAVIDAD