viernes, 10 de enero de 2020

JESÚS, EL MESÍAS PROMETIDO

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Lc 4,14-22
Israel espera un Mesías - Mi 5, 2. - Is 7, 14. Hay muchas profecías que así lo descubren a lo largo de toda la Biblia, tanto en el A.T. como en el N.T. Pero, los judíos se habían formado un idea muy personal de como tendría que ser ese Mesías esperado y profetizado en las escrituras. Nadie imaginaba un Mesías pobre, sencillo, de apariencia pacífica y proclamando la fraternidad y el amor entre todos los hombres. No era esa la idea que el pueblo, sobre todo su aparato jerárquico y religioso que los dirigía, esperaban del Mesías prometido.

Por tanto, la aparición de Jesús tiene sus contradiciones para ellos. No entienden que sea uno más del pueblo y de familia humilde y poco destacada. Venido de un pueblo insignificante y pequeño. Nada coincide con los que ellos esperaban y con la situación en la que se encontraban bajo el dominio de los romanos. El Evangelio de Lucas, que corresponde al día de hoy dice: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy».

Jesús se declara como el Mesías enviado y presenta su tarjeta de visita. El Evangelio de Lucas dice que todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Eso deja al descubierto que Jesús tenía algo diferente y que sus Palabras desprendían admiración y enseñaba con autoridad. Jesús anuncia que su misión es proclamar la Buena Noticia de Salvación y se afirma como el Mesías enviado Lc 7, 18-23 -; Mt 11, 2-6.

Jesús anuncia a un Dios Misericordioso dispuesto a perdonar todos nuestro pecados a aquellos que se abren a su Palabra y a su Amor. Nos habla de un Dios Padre que le envía, como Hijo, a anunciar el Reino de Dios, sobre todo a los pobres y oprimidos a los que viene a aliviar y a darle esperanza de un mundo de justicia, de amor y de paz.