¿Por qué eso es así?
Me refiero a misterio inefable de la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios.
No merecemos nada y sin embargo Dios, nuestro Padre, nos da todo: la vida, el
sustento y la oportunidad de ser infinitamente dichoso y feliz a su lado eternamente.
¿Se puede entender
esto? De ninguna manera. Es imposible para la mente humana entenderlo, solo por
la fe podemos creerlo. Ahora, la fe la podemos apoyar en muchas evidencias y
razones que nos ayudan a sostenerla: El testimonio de los que le conocieron encarnado
en naturaleza humana como nosotros; sus Palabras, Vida y Obras; la
correspondencia de lo que Jesús dice y lo que sentimos, queremos y
experimentamos dentro de nosotros, en lo más profundo de nuestro corazón. Su Misericordia
Infinita ante la traición de Pedro. Todo eso y muchas más cosas nos hacen y
ayudan a creer en Jesús, el Hijo de Dios.
Hoy sucede lo mismo,
Jesús pasa por nuestra vida y muchos no se enteran. Incluso, se les señala como
el Cordero de Dios pero muchos no hacen caso y le vuelven la espalda. Es imprescindible
tener una actitud de búsqueda, de encuentro con Él. Eso fue lo que tenían
aquellos dos discípulos que a la voz de Juan siguieron a Jesús. Hambre y sed de
Dios.
Podemos preguntarnos: ¿Tengo yo sed y hambre de encontrarme con Jesús, el Hijo de Dios? ¿Le busco y me acerco a Él para conocerle? ¿O por el contrario me es indiferente y no doy un paso para escucharle ni conocerle?