miércoles, 22 de marzo de 2023

¿A DÓNDE VAMOS SI NO ENTRAMOS EN LA CASA DEL PADRE?

¿No quieres entrar? Esa fue la disyuntiva, cegado por la envidia y soberbia, del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Nos parece un cuento, pero lo vivimos en primera persona cada día. ¿Acaso no nos damos cuenta de las veces que osamos no entrar en la Casa del Padre porque no estamos de acuerdo con su proceder?

¿Qué cuándo lo hacemos? ¿No te has dado cuenta? Todas las veces que has negado misericordia a alguna persona. Sobre todo a los más lejanos y molestosos. Todas las veces que te has inhibido de hacer un bien a alguien. Sobre todo al más necesitado. Todas las veces que has rehusado escuchar al que necesita ser escuchado. Y, sobre todo, cuando te resiste y te niegas escuchar la Palabra de Dios para sustituirla por la tuya que crees mejor. En todas esas situaciones estás negándote a entrar, como aquel hermano mayor en la Casa del Padre.

No es cuestión de ponernos a discutir con Jesús. Es el Hijo de Dios y creer en Él firmemente es garantía de Vida Eterna. Sus obras lo delatan y nos descubren que es el enviado por el Padre. Un Padre que descarga toda su fe y confianza en el Hijo. Y un Hijo que se pone a la altura del mismo Padre. Ambos son una misma Persona, no queda otra deducción. Créelo porque eso te dará Vida Eterna en gozo y plenitud. Su Palabra y sus Obras están ahí. No hay más, como no lo hubo para aquellos escribas y fariseos de su tiempo. El mensaje era y es claro: En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida… Jn 5, 17-30.