martes, 7 de mayo de 2019

CREER EN SU PALABRA


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Jn 6,30-35

Hay momentos que todo nos parece bien y la alegría y la paz inundan nuestra alma. Hay momentos en que todo nos sabe a gloria y creer en Jesús nos parece lo más natural y lo más fácil. Incluso, llegamos a pensar cómo se puede vivir sin creer en Jesús. Pero, todo cambia, y aparecen momentos en que la vida no resulta ni parece de color de rosa. Todo se vuelve ahora difícil, agrio, doloroso, y nuestra fe empieza a resquebrajarse y a llenarse de dudas y de sentimientos de abandono. ¿Qué nos sucede?

Son esos momentos cuando necesitamos sostenernos en la fe y la esperanza. Son esos momentos cuando se hace más necesario que nunca creer en la Palabra del Señor. Son esos momentos cuando nuestra confianza debe superar la prueba de la confusión y el desespero. Son esos momentos cuando debo creer que Tú, Señor, eres el Pan de Vida Eterna que llena mi vida y le das verdadero sentido y plenitud.

Aquel alimento, el maná que caía del cielo, con lo que se alimentó el pueblo en su camino por el desierto después de salir de Egipto, no era la plenitud del verdadero alimento que, ahora, es consumado y pleno en Jesús. Él es el Pan caído del Cielo que nos da la Vida Eterna y nos fortalece ahora en nuestro camino terrenal. Mientras que Moisés solicito para el pueblo de Israel un alimento material para superar aquella travesía por el desierto, el alimento de ahora, encarnado en Jesucristo, es el verdadero Alimento que nos da la plenitud de la Vida Eterna.

Estas son sus Palabras que nos llenan de gozo y de satisfacción y que nos invitan a buscarle y a alimentarnos, tanto de su Palabra como de su Sangre y Cuerpo espiritualmente: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».