miércoles, 27 de diciembre de 2023

TESTIMONIO DE FE

No cabe ninguna duda que para creer en alguien, primero hay que conocerle. Será, pues, condición sine qua non conocerle. Es de sabio, pues, saber que sin conocer a Jesús no puedes abrirle tu corazón a la fe y, por tanto, creer en Él.

La fe de los apóstoles y discípulos nace de sus cercanías con el Señor. Estar a su lado, oírle y escucharle despierta tu interés en conocerle y te motiva e invita a seguirle. Es verdad que la fe es un don de Dios y solo puede venir de Él, pero, también es verdad que a ti como a mí nos toca buscarla, pedirla y esforzarnos en recibirla. Porque, el Señor la da a quienes se abren a ella y escuchan su Palabra.

¿Por qué creen Pedro y Juan? Ellos al parecer hasta esos momentos tienen duda. Habían pasado unos tres años aproximadamente con el Señor. Le habían oído y escuchado, e incluso presenciado muchos milagros. Sin embargo, llegado el momento de la crucifixión se les derrumba esa aparente fe que al parecer tenían.

Su propia experiencia les pone en el camino de la fe. Avisados por Magdalena de que el Cuerpo de Jesús no está en el sepulcro, Pedro y Juan, tal como narra el pasaje evangélico, corren hacia el sepulcro. Fue precisamente aquel domingo de Resurrección, día escogido por el Señor para manifestar su Gloria al Padre, cuando Pedro y Juan entiende esa Palabra que tanto habían escuchado y que no habían asimilado. Se dan cuenta de quien es realmente el Señor. Sus corazones quedan llenos de fe y se abren en adelante a la acción del Espíritu Santo.

¿Estamos nosotros en esa dinámica? ¿Sabemos realmente quién es el Señor?  ¿Le buscamos, escuchamos a diario su Palabra? ¿Nos acercamos, le tratamos y, conociéndole, tratamos de seguirle? Dar respuestas a esas preguntas nos ayudarán, como a Pedro y Juan, a saber realmente a quién seguimos.