viernes, 31 de enero de 2020

POR LA GRACIA DE DIOS

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Mc 4,26-34
A veces nos empeñamos en ser nosotros los protagonistas de nuestra conversión y hasta de nuestra santidad y crecimiento Y nos equivocamos. El Reino de Dios ha sido plantado en nuestros corazones por la Gracia recibida en la hora de nuestro bautismos y, queramos o no, irá creciendo sin darnos cuenta.Como crece la semilla en la tierra. Claro está que si no la cuidamos, no la regamos con agua y la abonamos debidamente su crecimiento será malo, deficiente y hasta llegará a secarse. Pero, independiente de lo que nosotros hagamos, la semilla irá creciendo sin estar nosotros presente.

Nuestra libertad nos hace responsables y, por nuestra parte, tendremos que colaborar. Sin lugar a duda que quien nos salva es el Señor. Nos salva y nos convierte y nos hace santos, pero, porque así Él lo ha querido, necesita nuestra disponibilidad y nuestra libertad. Dada voluntariamente esta, la semilla plantada en nuestros corazones irá creciendo mientras vivimos y cubrimos las etapas de nuestra vida. Tal y como crece la semilla en la tierra mientras el labrador descansa y duerme.

Todo empieza desde muy pequeño y casi imperceptible a la vista humana. Nuestros corazones de niños se irán transformando en corazones jóvenes hasta madurar por la Gracia de Dios. Nuestra labor será cuidarnos de dejarnos intoxicar por las tentaciones del mundo y por las impurezas de nuestras pasiones y apetencias: soberbia, envidia, riquezas, placeres, venganza, poder...etc.

El Reino de Dios se irá construyendo dentro de nosotros para, madurado y arraigado en nuestro corazón, contagiar en el exterior hasta el punto de irlo regando y cultivando en el mundo que nos rodea.