jueves, 15 de abril de 2021

SIN LUGAR A DUDA, LA SALVACIÓN NOS VIENE DE ARRIBA

 

Aquí abajo no está la salvación. Sabemos que en este mundo todo lo que empieza acaba y, por supuesto, nuestras esperanzas no tienen horizonte. La muerte lo limita y finiquita todo. Sin embargo, levantar la mirada y dirigirla hacia el Cielo, cambia nuestra esperanza y renace nuestra vida. Mientras todo lo de aquí abajo tiene fecha de caducidad, lo que viene del Cielo nos llena de esperanza y de vida. 

Lo que viene de arriba está por encima de todo, lo abarca todo, lo sabe todo y su medida es Infinita. Jesús, que viene del Cielo, conoce y sabe todo y habla de lo que sabe dando testimonio de lo que ha visto, nos invita a que también nosotros miremos para el Cielo. Las cosas de la tierra son importantes, las necesitamos, pero no nos dan esa Vida Eterna que buscamos, y que es lo verdaderamente importante.

Las cosas de este mundo, por mucho que las valoremos no nos sirven de mucho. Son caducas y tienen su tiempo contado. Aquí acaba todo, no hay más esperanza ni horizonte. Por el contrario, las cosas del Cielo, de las que nos habla Jesús, primero, no se acaban, y, segundo, nos dan esa Felicidad Eterna que buscamos. Creer, por tanto en Jesús abre nuestras expectativas y esperanzas. Él es el Salvador prometido y el Camino, la Verdad y la Vida.

En Él ponemos todas nuestras esperanzas. Pero, ¿qué podemos esperar de todo lo que podamos conseguir aquí abajo? Los tesoros de la tierra son caducos y, precisamente por eso pierden todo su valor. Jesús, que viene del Cielo, nos trae la Verdad y nos da la Vida y quien cree en Él verá y gozará de la Vida Eterna.