martes, 27 de junio de 2023

UNA MEDIDA DE IGUALDAD EN EL TRATO CON EL QUE NOS GUSTARÍA SER TRATADO.

La cosa es bien sencilla. Todos la entendemos y quienes no alcancen a entenderla la practican.: quieren ser bien tratados. Todo se centra y sostiene en el trato. Igual valdría decir, en el amor. Si el amor, algo que he oído recientemente, tuviera matices, ese sería el principal: «tratar al otro como te gustaría ser tratado».

La cuestión es que el amor no tiene matices diga quien lo diga. El amor es uno e indivisible. Se ama o no se ama. Nunca se puede amar con matices, con más o menos color, porque entonces no se está amando plenamente. El amor no tiene condiciones, es pleno, todo, entero. Jesús, el Señor, es el ejemplo de los ejemplos. Nos amó hasta el extremo de darse plenamente, entero y a una muerte de Cruz. Y si el amor no tiene matices debe entregarse sin condiciones y en proporción a lo que cada cual pueda dar plenamente.

Es ahí donde está la plenitud de nuestro amor, darnos sin mirarnos, sin pensar en nosotros, sin egoísmos, sin rencores, sin envidias, sin esperar nada a cambio y sin condiciones. Si ponemos algún matiz lo estropeamos, lo adulteramos. No podremos entrar por la puerta estrecha que Jesús nos señala con matices: «Esto sí, lo otro no; esto a media, lo otro entero». No se puede servir a dos señores. No se puede estar con una vela a Dios y otra al diablo.

Y, por experiencia propia, puedo estar de acuerdo de que atravesar esa puerta estrecha es bastante difícil. Es más, digo que será imposible si no vas de la mano del Espíritu Santo, que, dicho sea de paso, ha venido para ayudarte a pasar por esa puerta. Y es que nos empeñamos, como quienes creen que el amor tiene matices, llevar matices – valga la redundancia – en nuestra mochila. ¡Y claro, no cabemos por la puerta estrecha! Porque, así de sencillo, se ama o no se ama; tratas a los otros como te gustaría que te trataran a ti o los tratas desde tu egoísmo, intereses y provecho. No cabe unos sí por este matiz; otro no por otro matiz, y así sucesivamente. Estaríamos hablando de privilegios, enchufismos, mentiras, apariencias…etc.

 Una aspiración: ¡Qué bueno sería para aquellas personas que aspiran a cargos públicos que tuvieran esto del trato de igualdad tal y como lo plantea Jesús!

Realmente todo podemos resumirlo en esta frase con la que termina el Evangelio de hoy nuestro Señor Jesús: (Mt 7,6.12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo…  ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran». Ahora, saca tú, sobre todo los señores votantes y políticos tus propias conclusiones.