viernes, 8 de marzo de 2024

ASÍ DE SENCILLO: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

A veces nos llenamos de preguntas, de interrogantes, de búsquedas y terminamos complicándonos y sumergiéndonos en la oscuridad. El mandato de Dios es muy simple y el ejemplo de Jesús lo aclara todo: Amar a Dios y al prójimo. De tal manera que si dices amar a Dios pero no lo reflejas en el prójimo te estás engañando tú mismo. Dios sabe realmente que esconde dentro de tu corazón. Y es más, sabe lo que sientes y deseas en lo más profundo y recóndito del mismo.

Sin darnos cuenta buscamos y queremos encontrar recetas que, cumpliéndolas, hagamos la Voluntad de Dios. Pero, ¡no nos engañemos!, la Voluntad de Dios está muy clara:  Amarle en el prójimo, de modo que si confiesas que le amas, pero no tienes en cuenta a los que están a tu lado, especialmente los que sufren y lo pasan mal, no estás haciendo su Voluntad. Así de sencillo, pero no de fácil. El amar es muy complejo, difícil, duro e inentendible y exigente en muchos momentos hasta el extremo de pedir la vida. Y eso, todo eso, con una infinita paciencia y misericordia nos lo dio y demostró Jesús.

Y no son solo los necesitados materialmente, sino también espiritualmente. Aquellos que necesitan una palabra de aliento, un buen testimonio, tu presencia, tu sonrisa, tu saludo, tu actos de cercanía, atención y, definitiva, de amor. Y no hay recetas para saber cómo y qué hacer. Para eso tenemos al Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que ha bajado a nosotros en el momento de nuestro bautismo y camina a nuestro lado para asistiéndonos, auxiliándonos, fortaleciéndonos y señalándonos el camino a seguir.

Dejémonos llevar, iluminar, impulsar y asistir por el Espíritu Santo y pidámosle que nos alumbre el camino para hacer eso, lo que queremos y deseamos: «La Voluntad de Dios».