sábado, 7 de diciembre de 2024

INFINITA MISERICORDIA Y COMPASIÓN

Es evidente que nuestra salvación es un misterio que nunca, al menos en este mundo, podemos llegar a comprenderlo. Todo es Gracia e Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios. Y una Misericordia inmerecida que, por mucho que hagamos nunca llegaremos a merecer.

Por tanto, la compasión de nuestro Padre Dios, inmerecida por nuestra parte, es un regalo tan grande que nunca llegaremos a entender ni comprender. Por medio de ella tenemos – gratuitamente – la posibilidad de alcanzar la Vida Eterna en plenitud de gozo  y felicidad junto al Padre en su Reino. Y, por otra parte, corremos el gran riesgo de – por el pecado – perderla permaneciendo en el dolor y rechinar de dientes eternamente.

Me estremezco sólo pensar en esa posibilidad de perder la Gracia que Dios me regala y me ofrece incondicionalmente. Y tan bajo perderla por el pecado, algo de tan poco valor ante la maravilla de la felicidad que sentimos cuando somos capaces de  amar negándonos a nosotros mismo.

Seamos, pues, del Señor de la mies y vayamos a trabajar en su mies entregando todo lo que gratuitamente hemos recibido. Vayamos asistidos – nunca solos – por la  acción del Espíritu Santo, recibido en la hora de nuestro bautizo. Y en Él démonos y demos todo lo que somos y hemos recibido de forma gratuita tal como lo hemos recibido.