jueves, 4 de octubre de 2018

TODOS SOMOS ENVIADOS

Resultado de imagen de Lc 10,1-12
Desde que fuiste bautizado empezó tu misión. Proclamar el Evangelios es propio de todo creyente, pues en su bautizo quedó configurado como sacerdote, profeta y rey, y eso invita a responder a tu compromiso de fe. Un compromiso que debe ser vivido en cada instante de tu vida, ya sea en la familia, en el trabajo como en los momentos de descanso y ocio. La fe no es algo que se utiliza para ponérsela en momentos puntuales y actos religiosos y dejarla luego cuando estamos en el trabajo, familia o con los amigos.

La fe es la respuesta de y con tu vida junto a los demás. Una respuesta de amor contraria y contra corriente a la sociedad donde vivimos. Una respuesta donde los valores que nos presenta el mundo son contrario a los valores que presentamos los que seguimos a Jesús. Ante el éxito y la fama que representa el poder y la riqueza, el creyente debe anteponer el amor gratuito y desinteresado al más débil, al pequeño y al marginado.

Y eso lo puedes vivir en todo momento, pues se nota cuando tu disponibilidad está al servicio de los más pobres, de los sin voz, de los débiles y pequeños. ¿Qué esa actitud ocasiona problemas y dificultades? Indudablemente, siempre la defensa del más desvalido, pobre y débil trae dificultades, porque los poderosos y egoístas se los quieren tragar y los utilizan y explotan. Por eso, se hace necesario rogad al Padre para que mande obreros a su mies, pues es abundante y los obreros pocos.