jueves, 13 de agosto de 2020

UNA ACTITUD MISERICORDIOSA

70 veces 7 (con imágenes) | Dios, Santos
Somos, me atrevo a decir, hijos de la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios, porque, por su Misericordia, valga la redundancia, somos perdonados y salvados, y, consecuentemente, hijos de Dios. Esa dignidad la habíamos perdido por el pecado. Ya vinimos a este mundo con ella perdida por el pecado original, pero, por la Gracia de Dios, la rescatamos a la hora de nuestro bautismo.

Y por el Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios hemos sido rescatados, en la segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, que enviado por el Padre y encarnado en Naturaleza Humana, ha entregado su Vida para devolvernos y rescatarnos nuestra dignidad de hijos de Dios perdida por nuestros pecados. Y, ahora, podemos preguntarnos, ¿cuántas veces hemos sido perdonados por nuestro Padre Dios? Y descubrimos que por la Infinita Misericordia de Dios somos perdonados siempre. Una y otra vez hasta el fin de nuestros días en este mundo. Esa es nuestra esperanza y el aliento que nos impulsa a levantarnos y continuar el camino.

Claro, todos sabemos que ese perdón, por la Misericordia de Dios, se fragua en la medida que nuestro arrepentimiento es sincero. Es decir, hay una condición innegociable, ese acto de contrición necesario para que el perdón se realice. Porque, sin contrición esa petición de perdón es falsa e hipócrita. Y de esa misma forma que somos perdonados, nos preguntamos, ¿También nosotros perdonamos así?

Pues nos toca a nosotros ahora reflexionar sobre esas tantas oportunidades que tenemos cada día de ser misericordiosos en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad y ambientes sociales. Pero, no lo hagamos solo, sino abiertos a la acción del Espíritu Santo después de pedirle su asistencia y auxilio.