miércoles, 13 de marzo de 2019

SEGUIMOS EXIGIENDO PRUEBAS Y SEÑALES

Resultado de imagen de Lc 11,29-32
El hombre está obstinado con su razón que le pide pruebas y signos de que Jesús es el Hijo de Dios hecho Hombre. No le basta su Palabra, ni sus obras, ni su cercanía y compasión por el hombre. No le basta sus enseñanzas, su misericordia, sus milagros ni la revelación de un Padre Dios cercano, bueno, que quiere recuperar nuestra fe y confianza en Él para compartir con nosotros su Gloria.

Son exigentes y quieren ver un Mesías tal y como ellos se lo han imaginado. Pero, no pensemos en ellos, que ya es el pasado, sino en nosotros, que nos corresponde ahora dar una respuesta. ¿Qué pensamos nosotros, los hombres y mujeres de este tiempo? ¿Seguimos esperando que Jesús haga algún milagro que nos convenza? ¿No nos basta con su Buena Noticia de Salvación?

Hoy nos dice Jesús en el Evangelio que no habrá más signo que el de la Cruz. Su Muerte y Resurrección es el fundamento de nuestra fe. Un Dios, encarnado en su Hijo, tomando naturaleza humana sin perder la divina, se ha entregado voluntariamente a una Muerte de Cruz por y para la redención de todos los hombres, para que podamos alcanzar, por su Gracia, el perdón de nuestros pecados y así recuperar la dignidad de ser hijos de Dios y coherederos con el Hijo de la Gloria del Padre.

Por lo tanto, no busquemos donde no podamos encontrar, porque nuestra razón no da más. La Grandeza de nuestro Dios es inalcanzable porque de no serlo sería un dios pequeño, limitado, alcanzado por la mente del hombre y nada poderoso. Un dios incapaz de crear el mundo y al mismo hombre. Mi Dios es un Dios Omnipotente, Infinito, Creador de todo lo visible e invisible y amorosamente Misericordioso.

Su carta de presentación es simple y atractiva y sencilla al alcance del hombre:  Se hizo Hombre tomando la Naturaleza humana, sin perder la Divina, y entregó su Vida muriendo en la Cruz para alcanzar la Victoria sobre la Muerte y ganar la Vida Eterna para todos nosotros. ¿Hay un dios más grande que mi Dios?