lunes, 26 de febrero de 2024

UNA PAUSA PARA PONERNOS EN SU LUGAR

Nos resultará muy difícil evitar juicios. Es algo tan consustancial a nuestra naturaleza que espontáneamente salen de nuestro corazón sin poder evitarlo. Por eso, conviene hacer una pausa y, antes de lanzarnos a dar nuestra opinión, ponernos en el lugar del juzgado.

Es evidente que hay hechos tan claros y objetivos que el juzgarlo no es sino el resultado de observar el bien o mal que se ha hecho, hasta el punto de que tu juicio queda al desnudo de lo evidente y real. Diríamos que el juicio coincide con el hecho acontecido. Sin embargo, siempre es mejor tratar de evitar aventurar tu opinión que tiene muchas posibilidades de errores y prejuicios.

De cualquier manera procuremos no ser rápidos en emitir juicios sobre los actos de los demás. Démonos tiempo y pausa antes de lanzarnos a la aventura de juzgar y caer en la tentación inmisericorde que tanto, en muchas ocasiones, experimentamos vernos tentados a emitir. Siempre será mejor una pausa y un tiempo de reflexión antes de dejar escapar nuestros juicios apresurados y, posiblemente, sujetos al error.

La misericordia nos puede ayudar mucho a ser prudentes, a experimentar vernos en el lugar del otro, a pensar que el contexto del hecho posibilita mucho la falta o el error cometido. Y, sobre todo, a facilitar la posibilidad de dejar abierta una puerta a la misericordia con las que tus propias faltas serán medidas. Porque así, de esa manera tú también serás juzgado.