Nada se te impone,
ni nada te coacciona para influir en tu libre voluntad de decidir. Has sido
creado libre, y libre decidirás tu camino y tue elección. Simplemente, se te
propone lo que, quizás sin tu saberlo, buscas. Porque, desde que has sido
concebido en el vientre de tu madre buscas la felicidad. A veces inconsciente y
otras, las más, consciente. Y en ese camino personal que te ha tocado vivir, la
profecía se cumple, llega Juan, el Elías que había de venir ha preparar el
camino al Señor. Y a ti, como también a mí, nos toca creerle o no creerle. Tuya
y mía será la responsabilidad de la decisión que tomemos.
Es evidente, yo
que escribo esto, que la mía ya la he tomado. Yo creo en la palabra de Juan y
también en Aquel que él anuncia como el que ha de venir y al que no es digno de
abrochar el cordón de su sandalia.
Yo creo en Jesús. En ese Jesús hijo de María y enviado por el Padre para anunciar su Amor Misericordioso. Y eso me llena de esperanza y da verdadero sentido a mi vida. Creo, espero, confío, acepto y estoy abierto y disponible a cumplir, como lo hizo su Madre, María, su Voluntad. Y en ello gasto y consumo mi vida, con la alegría de, por su Infinita Misericordia, alcanzar un día su gloria y permanecer en Él alabándole eternamente.