martes, 2 de octubre de 2018

ÁNGELES CUSTODIOS

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Mt 18,1-5.10
En la medida que crecemos vamos teniendo más presente la seguridad. Por un lado, por nuestras propias pertenencias y por otro el miedo a que nos pueda pasar algo malo. Está enraizado en lo más profundo de nuestros corazones la necesidad de tener un ángel custodio. Un ángel que nos cuida y que nos protege en nombre de Dios.

En las Sagradas Escrituras hay muchas referencias a los ángeles - Jn 1, 51 - y la existencia de ellos es una verdad de fe. De la misma forma, esta tendencia a la seguridad está relacionada con los puestos a ocupar. Todos queremos garantizarnos y ocupar los primeros puestos, porque te sientes más seguro, más considerado y retribuido. Nuestra razón y forma de ver las cosas se conduce de esa forma y nos sentimos muy atraídos a desear ocupar los primeros lugares.

En esa dinámica se encuentra los discípulos cuando, preguntando a Jesús, quedan sorprendidos y al escuchar su respuesta:  «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos».

¿Qué conclusiones sacas tú? Sería bueno discernir y deducir tus propios conclusiones, pues serás tú quien responda por ti mismo y no otro. Sabemos que los niños se fían de sus padres a pesar de que no entiende casi nada. Y caminan según le indican sus progenitores. ¿Haces tú eso con tu Padre Dios?