martes, 19 de septiembre de 2023

UN CORAZÓN MISERICORDIOSO Y COMPASIVO

Porque nuestro Padre Dios es Misericordioso y Compasivo todos nosotros, sus hijos, estamos salvados. Otra cosa es que rechacemos esa salvación y no la queramos. Y lo hacemos cuando damos la espalda a Dios, nuestro Padre, y nos alejamos de Él e incluso le negamos.

Al separarnos de nuestro Padre nuestro corazón se endurece y endurecido le cuesta ser misericordioso y compasivo. Es verdad que nos compadecemos cuando oímos abusos, tragedias, guerras y sufrimientos de mucha gente. Pero, también es verdad que de la misma manera que lo conocemos y vemos en los medios y televisiones, los olvidamos y pasamos a lo nuestro.

¿Se nos ha ocurrido pararnos y rezar por todas esas personas que sufren? ¿Se nos ha ocurrido dolernos y compadecernos y hasta sufrir por todas esas personas que lo pasan mal? Jesús, nuestra Referencia y Modelo, se compadeció de aquella viuda que había perdido todo lo que tenía, su hijo. Lo mismo hizo con la viuda del templo que puso las dos monedas que tenía. Y hace con todos aquellos que abren su corazón y se dan a los que sufren y necesitan consuelo. Porque, precisamente, Él está ahí.

Observemos que la viuda no se da cuenta de que Jesús pasa en ese momento. Quizás ni le conoce. Sin embargo, Jesús si la ve y sabe de su tragedia. Quedarse viuda y sin hijos era algo así como quedarse excluida de la sociedad de aquella época. Y Jesús, que lo sabe, se compadece de aquella viuda. ¿No crees que también se compadece de todos nosotros, sobre todo en el extremo de nuestra necesidad? Quizás esa necesidad no sea tanto material sino espiritual. La cuestión es que no nos damos cuenta como la viuda y a pesar de que Jesús nos llama, nos advierte, quizás de la manera que tú menos lo esperas, no respondemos a su llamada. Tendríamos que estar más atentos porque no se trata de gestos o acciones espectaculares como con aquella viuda de Naín, sino de cosas sencillas que posiblemente no le damos importancia o no queremos ver.