Hay un camino que no tiene pérdida, ni tampoco se da a engaño. Es camino seguro y no da lugar a ninguna confusión. Se trata de tratar como tú te tratas a ti. No pienses mal del otro. Abstente y lucha contra la tentación de pensar o hablar mal del otro. A pesar de que tú creas que tienes razón. Huye de esos pensamientos.
Cierra mis oídos a toda murmuración. Guarda mi lengua de toda maledicencia, que solo permanezcan en mi los pensamientos que bendiga, que aúnan, que hablen bien o hagan silencio referidos a los otros.
Esforzándote en actuar así te esfuerzas en hacer la Voluntad del Padre. Porque su Voluntad es amar a los demás como tú te amas. No juzgues, no condenes; perdona, ten misericordia; da con generosidad, con desprendimiento.
Se hace duro y costoso. Estamos apegados y desapegarnos nos cuesta. Pero con Él, por su Gracia, podemos vencernos.
Por eso, Señor, te pido fuerza, desprendimiento, sabiduría, voluntad y todo lo necesario para llevar a cabo tu Voluntad y no la mía. Libérame de mis egoísmos para darme con amor a cumplir lo que Tú quieres de mí.