jueves, 7 de abril de 2022

LLAMADOS A LA VIDA ETERNA


Jn 8,51-59
Creer en Jesús significa no saber lo que es morir. Es decir, vencer a la muerte, o lo que es lo mismo, no morir sino pasar de este mundo, dejándolo todo aquí a otro mundo donde Jesús nos ha dicho – Jn 14, 2 – que ha ido a prepararnos una morada. Y eso, que Jesús, no solo nos lo dice, sino que nos lo promete, es lo que, simultáneamente, también sentimos nosotros. Nos estremecemos cuando leemos esas Palabras que nos dice Jesús: (Jn 8,51-59): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás».

Es evidente, primero, porque nos lo dice y promete Jesús, quien cumple todo lo que dice; segundo, porque es lo que, precisamente, queremos y sentimos en lo más profundo de nuestro corazón. Diríamos, es lo que realmente queríamos oír. Y, quien lo dice tiene Palabra de Vida Eterna. Las Palabras de nuestro Señor son determinantes, esperanzadoras y firmes: «Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás» Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Él ha vencido la muerte y ha Resucitado, por tanto, nos da la Vida Eterna.

Estamos llamados a la Vida, y tras pasar del útero de nuestra madre a este mundo, pasaremos después, de este mundo, a esa morada que Jesús nos ha preparado. Indudablemente, no hemos sido creados para morir. Lo experimentamos desde lo más profundo de nuestro ser. Estamos llamados a vivir y nunca morir, tal y como nos dice y promete Jesús, nuestro Señor.

Por tanto, nuestra esperanza es la vida. Una vida que desde su concepción en el seno materno pasamos a este mundo. Y, llegada la hora final en este mundo, pasamos a ese otro mundo eterno que Dios nos tiene preparado. Porque, nuestra máxima aspiración es la vida y, para eso hemos sido creados, para vivir eternamente.