lunes, 13 de junio de 2022

EL MAL SE PARA CON EL BIEN

―¿No crees ―Pedro― que si a un mal recibido respondo con otro mal, la herida de la venganza queda abierta?

―Evidentemente, creo que sí. El mal siempre origina otro mal.

―¿Y si respondo con un bien al mal recibido, ¿qué crees que pasaría? ―Propuso Manuel.

―Supongo que se terminaría el conflicto y se evitaría que la semilla de la venganza siguiera viva. ―Se rompería la cadena del mal.

―Estoy de acuerdo —asintió Manuel—. Creo, firmemente, que el mal se para con el bien. Realizado un mal y recibido un bien, hace pensar. Y su efecto, apacigua, destruye y aniquila ese deseo de venganza y abre la válvula de la paz.

Ambos amigos se miraron complacidos asintiendo con sus semblantes la seguridad de estar en lo cierto. Y, realmente, así es. No lo ha dicho uno cualquiera o alguien que se tenga por sabio. Es simplemente Palabra de Dios. Lo ha dicho Jesús, el Señor.

(Mt 5,38-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».