No es el mundo que
esperamos parecido al que vivimos ahora y aquí. El mundo del que Dios nos habla
y al que nos invita es un mundo de Amor eterno entre todos los que los
compartiremos. Esa es la razón porque nuestros esquemas de aquí abajo no valen
para lo que esperamos vivir en ese nuevo mundo eterno.
Es evidente que lo
que Dios, nuestro Padre, tiene preparado a los que creen en Él y cumplen,
tratando de esforzarse, pues no olvidemos nuestra inherente condición de
pecadores, de hacer su Voluntad, es inimaginable. Y, por mucho que queramos,
nunca podremos imaginar como será nuestra vida junto a nuestro Padre Dios. Por
tanto, pensar que habrá algo parecido a lo que vivimos en este mundo es algo utópico
y nada real.
Recordemos que Jesús – Jn 14, 2 – nos dice que va a prepararnos un lugar en la Casa de su Padre… No sabemos como será ese lugar, ni tampoco nos debe de preocupar. Lo único y verdaderamente importante es que vamos a la Casa de nuestro Padre – que nos quiere con infinita misericordia – y, allí, seremos eternamente felices.