miércoles, 14 de octubre de 2020

LEYES Y LEGALISMOS

 

Lc 11,42-46

El Evangelio de hoy es un fiel reflejo de la sociedad actual en la que vivimos. Han pasado muchos siglos, pero todo, en el terreno espiritual y con respecto a la Buena Noticia de Salvación, sigue igual. La vida en el terreno del amor no evoluciona a mejor. Es más, sigue parada, estancada y como muerta en sus mismos egoísmos y engaños. Los mismos fariseos, los mismos escribas y los mismos problemas. Quizás, hayan cambiado los nombres y las formas de vida, pero, en lo fundamental, todo sigue igual.

Ricos y pobres; derecha e izquierda; poder y débil; leyes y legalismos; derechos e imposición. Todo sigue igual y, aunque haya apariencias, internamente todo sigue en el mismo punto. Es penoso y preocupante, porque a pesar de que muchos granos de trigo han muerto y dado frutos, no parece que la Viña - el mundo - los reciba y se noten sus gustos y sabores.

Sin embargo, por otra parte, si se aprecian y notan grandes avances. En el terreno de la ciencia los avances científicos son notables. Aquí sí que el mundo ha cambiado. Nada tiene que ver el mundo de nuestros abuelos y padres con el nuestro y, sobre todo, el de nuestros hijos. Eso nos hace preguntarnos, ¿de qué me vale un mundo mejor, más cómodo y placentero, si pierdo mi alma? ¿Me vale de algo? Si mi vida se ha quedado enredada en las satisfacciones, en los egoísmos, en la mentira e injusticia, de nada me sirven mis éxitos y triunfos.

Porque, sólo el amor, que se da gratuitamente, será el garante que me dará, por la Gracia de Dios, la Vida Eterna.