
Se hace necesario, muy necesario el amor, y Jesús, el Amor con mayúscula, enviado por el Padre, lo pone en práctica, a pesar de que los que lo rechazan. Prefieren vivir en sus mentiras, luchas, odios, poder y vengazas, y Jesús abraza la cruz para, dándonos amor, establecer la paz y un reino de amor y justicia. Sólo el Amor es capaz de vencer al odio y la venganza.
Sólo el Amor es capaz de superar el poder y la riqueza. Jesús abraza la cruz y nos invita a vivir en y por amor entre todos los hombres tal y como Él nos ha demostrado que lo hizo en su momento en la tierra y lo hace ahora desde el cielo y en el Espíritu Santo.
Vivimos en la esperanza cierta que Jesús está entre nosotros y, como aquellas mujeres le vieron el domingo de resurrección, hoy también nosotros le experimentamos y le sentimos entre nosotros y, en Él, con Él y por Él continuamos el camino con la esperanza de que al final todo se volverá en alegría, felicidad, paz y eternidad.