martes, 30 de agosto de 2022

POSEIDOS SIN DARNOS CUENTA

Lc 4,31-37

Vivimos en constante amenaza aunque no lo percibamos. Nuestra vida camina al filo de la navaja, sin embargo no llegamos a percatarnos de tal amenaza. La vida puede tornarse en muerte sin apenas tomar conciencia de esa posibilidad y, lo más grave, no es la muerte en sí, sino que nuestra alma no esté preparada, que nuestra lámpara no tenga el aceite suficiente para sostener nuestra vida en espera vigilante a la llamada del Esposo. Reflexionábamos el otro día a este respecto. ¿Recuerdas?

No nos está permitido descansar. Tenemos que mantenernos expectante y en atenta escucha a la Palabra de Dios, porque, al menor descuido y debilidad el demonio nos asalta y nos seduce. Mucho cuidado con relajarnos, sobre todo en estos tiempos veraniegos y de vacaciones. Es bueno tomarlas, pero siempre bien agarrados al Espíritu Santo para mantenernos protegidos ante las tentaciones y seducciones del demonio.

Necesitamos crecer en conversión. Nunca estancarnos, y menos, instalarnos en la comodidad y mediocridad. Es ahí donde el demonio nos quiere, tranquilos, sin inquietudes ni crecimientos. Conforme con unos cumplimientos y actos piadosos, pero nada más. Una conciencia tranquila, acomodada, confortable y adormilada para que nuestros talentos no rindan ni demos frutos.

Quizás no nos damos cuenta de que el diablo está en el mundo. Muchos lo ignoran o no se preocupan de él, y eso juega a su favor. Nos observa e intenta seducirnos. Sabe que nuestra naturaleza está herida y sometida al pecado y, fácil, por tanto, de seducirla. Y si observa que está sola y alejada de Dios, el terreno queda bien preparado para su actuación. Así muchos viven en la necedad, en la ignorancia y acomodados en el pecado. Necesitamos despertar y abrirnos al Espíritu Santo.