lunes, 22 de enero de 2024

LA PRESENCIA DE JESÚS SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA PARA LOS SUMOS SACERDOTES Y FARISEOS.

La semilla del mal está sembrada en aquellos corazones que se cierran al bien y a la verdad. Y sus frutos son las malas intenciones. No se puede dialogar con aquel que esconde malas intenciones porque de esa manera será imposible llegar a algún acuerdo y menos a la verdad.

Se persigue a Jesús porque su presencia molesta e inquieta. Sus palabras desprenden entusiasmo y de sus frutos nace la verdad. Una verdad limpia, transparente, sanadora y llena de esperanza. No saben como herirle hasta el extremo que tratan de confundir a la gente alegando que está imbuido del poder del demonio.

La respuesta de Jesús es contundente: (Mc 3,22-30): «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin».  Pero nadie… Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno». Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo».

Degradar el Evangelio hasta considerarlo producto camuflado del mal bloquea por completo el recorrido de la vida de Dios en el ser humano. No es la falta de la fe lo que impide reinar a Dios, sino la mala fe, ¿y esa nunca se deja perdonar! (tomado del Evangelio Diario en la compañía de Jesús – 2024 – comentarios de Francisco José Ruiz, SJ).