martes, 6 de septiembre de 2022

VENÍAN A OÍRLOS Y A QUE LOS CURARA DE SUS ENFERMEDADES.

Lc 6,12-19

También tú y yo podemos preguntarnos si buscamos al Señor con la buena intención de oírle y de que nos cure de nuestras enfermedades. Nuestras enfermedades físicas y también espirituales, porque, la enfermedad del alma es la más grave y urgente de curar. Pero, hemos dicho que venían a oírlo, y eso no significa que se le escuche. Se puede oír algo y no saber que es, ni tampoco que significa. Oír no es escuchar.

Sería muy bueno e importante ponernos en actitud de escucha de la Palabra de Dios. Porque, escuchar nos da pie para, si nos abrimos a su Palabra, hacerla vida. Porque, cuando se escucha se entiende lo que se dice y, escuchar a Jesús supone experimentar que su Palabra se corresponde con lo que está impreso y late en nuestros corazones. Jesús responde a todos nuestros interrogantes y a nuestros más profundos deseos y anhelos. Esa felicidad que buscamos nos la presenta Jesús a través de sus Palabras y su mensaje de Buena Noticia. Gozo y felicidad eternas. Entonces, sientes deseos y ganas de hablar con Él y tener una relación íntima con su Persona y a diario. Es lo que conocemos como oración. Y, experimentas que realmente la necesitamos.

 

—Cuando escucha a Jesús entiendes que vivir lo que Él dice es la solución a todos los problemas. Y no una solución que los resuelva, sino una solución que, aceptándolos, experimentas paz —dijo Manuel.

—¡Es verdad!, exclamó Pedro. La Palabra de Jesús da respuesta a todos los interrogantes que tu vida te plantea.

—¡Y esperanza! —respondió Manuel. Porque, donde y cuando la esperanza de este mundo termina, empieza la esperanza del Amor Misericordioso que Jesús nos anuncia de parte de su Padre. En Él todo tiene solución y vida eterna.

 

En el fondo del corazón humano subyace la esperanza de un mundo donde la verdad, la justicia y el amor sean una realidad. Un mundo lleno de amor y plena felicidad. Un mundo del que nos habla Jesús y nos invita a vivir en la esperanza de alcanzarlo. Pero, para eso tendremos primero que abrir nuestros oídos y escucharle. Su Palabra es Palabra de Vida Eterna.