Mt 7, 15-20 |
—Oyes, Pedro, esto de los ambientes es cosa muy
importante. Importante por el peligro que nos trae como tentación para pecar. Y
lo digo porque, quizás sin darnos cuenta lo pedimos cada vez que rezamos el Padrenuestro:
… y no nos deje caer en la tentación … Y es que debemos evitar ese ambiente que
nos provoca o nos tienta. ¿No te parece?
—Sí, creo que tienes razón. Las malas compañía son
también ocasiones que nos incitan a la tentación. Y, precisamente, se suelen
encontrar es esos ambientes dudosos y de mala reputación.
—Es vedad, agregó Manuel, que la gente se conoce por
sus obas. Te pueden engañar en un momento concreto o en ciertas circunstancias,
pero, más tarde que pronto te darás cuenta, por sus frutos, de la pasta que
están hechos.
—Evidentemente, sus obras te irán dando un fie retrato
de la buena intención de su corazón. No podrá esconderse porque sus frutos lo descubrirán.
Así es, no hay árbol bueno que pueda dar frutos
malos, y, al contrario, árbol malo que dé frutos buenos. Si en tu corazón crece
la cizaña y no la cortas, terminará por ahogar tus buenos sentimientos y, tus
frutos, se convertirán en malos frutos. Y al contrario, si limpias tu corazón
de las malas hierbas, tus frutos serán buenos.
De cualquier forma hay que tener mucho cuidado con esos lobos revestidos con pieles de ovejas, son esas tentaciones de las que pedimos en la oración del Padrenuestro evitar.