sábado, 19 de marzo de 2022

MARÍA DEPOSITÓ SU CONFIANZA EN JOSÉ Y CRISTO SE FORJÓ COMO HOMBRE BAJO SU CUSTODIA

 
Mt 1,16.18-21.24a
Lo grandioso y relevante en José es su irrelevancia. Parece una contradicción, pero no lo es. José fue un hombre sencillo, humilde y dado a sus tareas ordinarias de cada día. Un obrero de la madera, carpintería e incluso construcción de aquella época. De ahí que no destacara en nada extraordinario y fuese un hombre común e irrelevante.

Sin embargo, relevante en obediencia, en justo y honrado y abierto a acoger a María y a Jesús. Relevante en la fe y en aceptar la Palabra de Dios acogiendo, a pesar de no entender, su Voluntad y mandatos. Su tarea de cada día fue un empeño en cumplir su tarea de custodio y protector de esa sagrada familia a él confiada. En José podemos mirarnos todos y aprender a sobrenaturalizar las cosas ordinarias de cada día. El trabajo, el cuidado de la familia, la responsabilidad, la disponibilidad de poner en común todos nuestros talentos, aceptando las dificultades, los contratiempos y obstáculos que se nos interponen en nuestro vivir de cada día.

En José vemos al hombre que, con un corazón limpio, confiado y creyente, como si de un niño se tratara, se fía de Dios, acoge y acepta su Palabra y obedece dócilmente a pesar de no entender nada de lo que se le pide. Rodeado de María y Jesús aprende también a sostenerse en la fe y Voluntad de Dios Padre. San José supone para nosotros un modelo en el que mirarnos y apoyarnos. Un modelo cercano y humilde que pone su tarea ordinaria y sencilla, de manera silenciosa, en manos de Dios.

Su figura nos ayuda a reflexionar y preguntarnos: ¿Cómo actuamos nosotros? ¿Ponemos nuestra confianza en nuestro Padre? ¿Confiamos y aceptamos su Voluntad? ¿Nos anima el testimonio de san José, padre adoptivo de Jesús? Vivamos este día fijándonos en su figura y, asistidos por la Gracia del Espíritu Santo, pidamos su intercesión esforzándonos en confiar y cumplir la Voluntad de nuestro Padre Dios.