miércoles, 14 de septiembre de 2022

LA CRUZ, SIGNO DE MÁXIMO AMOR Y SALVACIÓN

Posiblemente no podría haber sido de otra forma. Era necesario un Signo como la Cruz para darnos cuenta de la Entrega, el Amor y la Misericordia de Jesús, el Hijo de Dios, que entregó su Vida para y por nuestra redención de todos nuestros pecados. Es precisamente ese Signo nuestra salvación. Un Signo que nos exige fe y fidelidad; obediencia y compromiso.

Dice el Evangelio: Jn 3, 13-17: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él sino que tengan Vida Eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

En la Cruz vemos expresada toda la perversidad del mundo, demonio y carne que esclaviza y ciega a los hombres, pero, también vemos el poder, la omnipotencia mansa – como dice el Papa Francisco – de la Misericordia de Dios. Esa es nuestra esperanza y lo que nos sostiene y nos da fortaleza. Porque, a pesar de nuestras debilidades, nuestras caídas, nuestros pecados, tenemos siempre presente el Infinito Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios, y en Él esperamos ser redimidos y salvados.

 

—Esa es la experiencia y la esperanza que sostiene mi vida y me da fortaleza —afirmó Manuel. Sin ella me derrumbaría al menor tropiezo y debilidad.

—Supongo que debe ser así —respondió Pedro. De otra forma no me lo puedo imaginar. No podemos vencer al mundo, demonio y carne por nuestras propias fuerzas. Necesitamos esa Cruz que nos fortalece, nos redime y nos salva.

—Ese es el valor de ese sagrado Signo de la Cruz. Muchos se preguntan como una cruz puede ser levantada y centro de nuestras miradas. Pues, muy sencillamente, mirar la Cruz y creer en ella nos da esa esperanza de salvación —concluyó Manuel.