Jn 20,1a. 2-8 |
Nuestra fe no es
una quimera, está apoyada y fundamentada en la Resurrección. Precisamente el
Evangelio de hoy martes nos habla de ese momento que cambió el destino del
hombre y llenó su corazón de esperanza de Vida Eterna. En Jn 20, 1ª. 2-8 se nos
describe ese momento histórico y real de la Resurrección de Jesús. Y ese
testimonio se ha transmitido, a pesar de los inconvenientes, persecuciones y
obstáculos, a través de los siglos. No hay quien lo pare porque Jesús Vive y
está entre nosotros.
En el instante de
nuestro bautismo somos incorporados a Jesús, primogénito de toda la creación, y
para una resurrección eterna. ¿Qué hermosa Noticia! Navidad, que estamos celebrando
estos días, es precisamente esa Noticia. ¡Estamos salvados y, por supuesto, nos
felicitamos! Jesús, abajándose humildemente y naciendo desde la humildad y
sencilles en la pobreza de un pesebre nos invita a, siendo humildes y pobres
como Él nacer a la Vida Eterna.
Así lo entendieron Pedro y Juan avisados y alertados por Magdalena. Fueros principales testigos de que la tumba estaba vacía y, entrando en ella, vieron y creyeron. Y esa Buena Noticia nos la transmiten no solo de palabra sino también entregando sus vidas. Ahora nos toca a nosotros. Es nuestra hora y nuestro momento. ¡Celebremos que Jesús ha nacido y que camina con nosotros! Él es nuestra gran Notica. La salvación nos ha venido desde un sencillo, pobre y humilde pesebre. Es el lugar que el Salvador ha escogido para darnos a conocer su Buena Noticia.