miércoles, 12 de enero de 2022

ORACIÓN - RELACIÓN - ESPÍRITU SANTO

 

  

Hace ya, aproximadamente catorce años, que decidí ir diariamente a misa. Me dije lo siguiente, «si Jesús es mi mejor amigo, ¡y qué amigo! Y además es el Hijo de Dios que nos anuncia la Buena Noticia de la resurrección y la vida eterna en plenitud, lo correcto sería visitarlo diariamente, siempre que se pueda. Y, además, alimentarme, de y con su Cuerpo y Sangre ─ alimento espiritual Eucarístico ─  que me fortalece, me sostiene para el camino hasta descansar en Él.

Por la Gracia de Dios, hasta hoy, lo he cumplido, exceptuando algunos días que, bien por enfermedad, pandemia y fuerza mayor no he podido acudir. Y, ya se me hace imprescindible no tomar ese alimento diario que me vigoriza espiritualmente y me sostiene – también materialmente – en esta lucha de cada día donde el Maligno me acecha y trata de interrumpir mi amistad con el Señor.

Precisamente, el Evangelio de hoy nos habla de un día en la Vida de Jesús donde el denominador común es curar enfermedades, dolencias y endemoniados de todos aquellos que, cada vez más, acudían a Él para que les curase. Pero, también Jesús está en pleno contacto con su Padre y en su diálogo con Él renueva y fortalece su Espíritu abriéndose a la acción del Espíritu Santo, que le asiste y le auxilia para la tarea de cada día.

Y es que, sin estar en permanente relación y contacto con el Espíritu Santo ─ recibido en nuestro bautismo ─ y alimentados en la Eucaristía de cada día con el Cuerpo del Señor, no podremos perseverar ni sustentarnos en cumplir su Voluntad. Es evidente y necesario, necesitamos la oración ─ en permanente contacto con el Espíritu Santo y abiertos a su acción ─. Sin relación ─ oración ─ con Dios y abiertos al Espíritu no podremos avanzar en nuestra conversión, ni tampoco fortalecernos de las seducciones y tentaciones que el príncipe de este mundo ─ demonio ─ nos tiende. Tengamos muy en cuenta la necesidad de relacionarnos diariamete y en cada instante con el Espíritu Santo que nos acompaña desde la hora de nuestro bautismo.