lunes, 27 de noviembre de 2023

NO ES CUESTIÓN DE GRANDEZA NI DE CANTIDAD

El valor no está en la apariencia de grandeza o de abundancia de nuestros actos. Se esconde en la intención que, evidentemente, no se mide por su grandeza o cantidad. Naturalmente, lo que da valor a mis obras no son la espectacularidad de su grandeza sino la intención de su motivo. Es decir, algo tan misero y pequeño como dos reales pueden valer tanto o más que un tesoro depositado con segundas intenciones.

La lección que hoy Jesús nos da en su Evangelio es tan sencilla y simple como esos dos reales que la viuda dejó en en tesoro del templo. Su intención, a pesar de no tener y, quizás por no tener, era ponerse en manos de Dios. Y es que para los pobres es la única solución a sus problemas: ponerse en manos de Dios. De ahí que son los pobres los que más posibilidades tienen de escuchar la Palabra de Dios. Y, precisamente, a los que Dios ha venido a salvar.

Sabemos por tanto que a un rico le será más difícil. Su corazón está seducido por las riquezas, poder y los placeres de este mundo. Un pobre parece que no tiene otra alternativa. Diríamos entonces que la pobreza es una gran virtud y una gran suerte o posibilidad porque nos ayuda a acercarnos y escuchar al Señor. De ahí que no se puede servir a Dios y al dinero al mismo tiempo.

Ahora que terminamos el año podemos ver y reflexionar sobre todos nuestros pequeños actos y obras. Quizás no estemos satisfechos; quizás nos ha parecido que nuestras oraciones y actos han sido, además de insignificante, sin la debida atención o concentración. Sí, no estamos contentos. Sin embargo, nuestro Padre Dios puede ser que valore nuestros actos de otra manera. Porque, para Él lo importante es nuestro verdadero esfuerzo e intención. Demos gracias a Dios por todo lo que hemos y vamos recibiendo y pongamos todo nuestro esfuerzo en hacer nuestras obras de acuerdo con su Voluntad.