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(Mt 23,23-26) |
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo
de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de
la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello.
Estas palabras retumban en mi corazón porque me identifico y experimento retratado en esas actitudes. Podría ir poniendo, ¡ay de mí, Salvador, que pagas tus impuestos y tributos, pero descuidas lo más importante de la Ley, la justicia, la misericordia y la fe! Con esas palabras, hoy, Jesús, irrumpe en la vida de su Iglesia para despertar nuestras conciencias y avivar nuestras vidas, quizás algo dormidas en la comodidad y la indiferencia, quedando reducida a un sin número de prácticas piadosas.
Prácticas piadosas que aparenta pureza por fuera, pero por dentro dejan mucho que desear. Esconden ambiciones, egoísmos, malas intenciones e hipocresías. Dan luz que no alumbra sino que se mueve en la oscuridad confundiendo y precipitando al vacío.
Señor, purifica mi corazón y hazme sentir el deseo de amar, un amor apoyado en la misericordia, en la justicia y la fidelidad. Un amor que deje salir la huella de tu Amor y Misericordia fosilizada desde la eternidad en mi pobre y humilde corazón.
Crea, Señor, en mí un corazón nuevo capaz de latir al mismo ritmo que el Tuyo y, al menos, que aspire a vivir en el esfuerzo de cada día por amar, ser justo y fiel a tu Palabra en los hermanos. Amén.