sábado, 8 de mayo de 2021

SEGUIR EXIGE DOLOR Y SUFRIMIENTO

 

Sería contradictorio seguir al Crucificado de manera cómoda, sin compromiso y sin dolor, síntomas de que ese seguimiento no parece auténtico. La Cruz del que seguimos es una Cruz dolorosa, aunque aceptada libremente, sin condiciones y gratuitamente. Solo por amor. 

No se trata de un dolor comprado ni aceptado por y para conseguir éxito, simplemente, aceptado y asumido, como ya hemos dicho, por amor. Y un Amor que paga plenamente, llenándote de gozo, satisfacción y plenitud.

Ese es precisamente el premio del amor que todos, consciente o inconsciente buscamos. La plena satisfacción de saber que has hecho aquello que vive y reside en lo más profundo de tu corazón y que sentías gusto de hacer. Aquello que tu conciencia te empujaba y te decía. Esa experiencia de gozo, de paz y alegría plena que trasciende nuestra muerte. Por eso, superamos y soportamos todo dolor y sufrimiento.

La persecución o incomprensión es el signo inevitable de todo discípulo de Cristo. No se puede impunemente ser seguidor de un crucificado sin experimentar en propia carne los efectos de la crucifixión del maestro. A pesar de que el mundo proclame que nada le va ni le viene nuestra adhesión o desapego ante él, no le es indiferente que seamos "sacados" del mundo y vivamos una vida no demasiado compatible con sus ideales y pasa factura por ello. Y, a veces, bien abultada. De manera que, si no hay conflictos con el mundo, podemos tener buenas razones para preguntarnos si seguimos al Cristo de los evangelios o a un Cristo que nos habremos modelado a nuestra imagen o semejanza.  (De la 5ª semana de Pascua - Evangelio Diario en la Compañía de Jesús - comentario Josep Giménez Meliá, sj.