lunes, 1 de marzo de 2021

UN CAMINO DE PERFECCIÓN

 

Es posible que nuestro desánimo nos venga por entender mal el mandato que nos dice el Señor: "Sean perfectos como mi Padre celestial es Perfecto"- Mt 5, 48 -. Porque, no se trata de no romper nunca un plato, sino de perseverar en ese noble intento de dar todo lo recibido - cualidades y talentos - de manera compasiva, generosa y misericordiosa.

Cada cual va caminando es camino - valga la redundancia -  de perfección en la medida que ponga toda su carne en el asador. Se trata, pues, de dar todo el amor del que seamos capaces con verdadera humildad, comprensión, paciencia, suavidad y plena generosidad. Ser perfecto y compasivo no consiste en hacer todo bien y de forma correcta - somos pecadores - sino "querer hacerlo bien", a pesar de nuestras debilidades, nuestros errores y defectos y, sobre todo, nuestros pecados.

Nos sabemos limitados y, por consiguiente, pecadores, pero eso no desmerece para nada nuestros esfuerzos, actitudes y buenas intenciones de corazón para querer hacer siempre el bien. Dios es perfecto y, precisamente, lo definimos como Amor. Dios es Amor, decimos, pues bien, en la medida que nos aproximemos a su estilo de vida, es decir, ser compasivos, no juzgar, no condenar, perdonar y compartir iremos acercándonos a parecernos a Él y a ser perfecto como lo es Él. 

En ese sentido estamos llamados a recorrer ese camino donde, dándonos injertados en Él, iremos acercándonos a ese camino de perfección que Jesús nos pide. Amar sin medida en las posibilidades que podamos es la cuestión.