domingo, 27 de abril de 2025

ENCERRADOS POR MIEDO

Estaban todos los apóstoles encerrados por miedo. No se sentían con fuerza ni con capacidad para anunciar la Palabra del Señor. Mantenían las puertas cerradas por miedo a los judíos y sin apenas esperanza de anunciar que Jesús había resucitado. Supongo que a nosotros nos sucede algo parecido. Creemos, pero no somos capaces de confesar nuestra fe según el ambiente donde estemos. ¿Qué nos pasa?

Posiblemente sea lo mismo que les ocurrió a los apóstoles. La diferencia fue que en esos momentos, los apóstoles recibieron al Señor, y éste les infundió el Espíritu Santo. Así lo dice este pasaje evangélico: (Jn 20,19-31): Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» …

No hay justificación, porque también nosotros, los bautizados, hemos recibido al Espíritu Santo en la hora de nuestro bautizo. Y, abiertos a Él podemos hacer lo mismo que los apóstoles, pues así nos lo ha dicho el Señor – Jn 14, 12-17 –. Lo que ocurre que nos falta fe igual que le ocurrió a Tomás. Necesitamos ver para creer. Pidamos que seamos capaces de fiarnos de la Palabra de nuestro Señor.