lunes, 15 de mayo de 2023

SOSTENIDOS EN EL ESPÍRITU EN LOS MOMENTOS DE ADVERSIDADES Y DESFALLECIMIENTOS

Lo sabemos y debemos de tenerlo siempre presente. Llegarán momentos de dificultades, de desfallecimientos y de deseos de abandonar este camino hacia la Casa del Padre. Llegarán momentos en los que pensaremos que aquí, en este mundo, se está mejor y que no vale la pena soportar calamidades, sufrimientos y amenazas por seguir al Señor. E incluso, pensaremos que no podemos y que esto es superior a nuestras fuerzas.

Nos engañamos, y el diablo actúa para eso. El Señor nos conoce y sabe de nuestras capacidades y fuerzas. No nos pondrá nada que no podamos superar y soportar. Además se nos ha enviado al Paráclito – Espíritu Santo – que nos auxiliará y fortalecerá para que podamos soportar esos momentos de tedio, de dolor, de adversidad y sufrimiento.

¡Sí, es verdad y cierto que tendremos que pasarlo mal en muchos momentos! Amar da dolor algunas veces mientras vamos por este mundo, pero no perdamos de vista ni olvidemos que la meta es llegar a ese Amor Eterno que nos llena plenamente de gozo y felicidad eterna. Y mientras caminamos hacia ella, a pesar del dolor, experimentaremos paz y gozo al sentir la presencia del Señor en nosotros.

Ese es el misterio por el que han pasado todos los que han creído y nos han precedido. Perseverar en la fe vale la pena a pesar de todo los sufrimientos y dolores que podamos padecer. Vale la pena porque lo que se nos dará será algo infinito y mucho más valioso que lo que nosotros podamos dar. Creamos y tengamos fe firme y paciente. La Palabra del Señor es verdadera y siempre se cumple. Tanto es así que el mismo nos ha avisado: (Jn 15, 26—16, 4a): …Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».

De ahí que es imprescindible y vital permanecer unidos y abierto a la acción del Espíritu Santo. Para eso, y no para otra cosa, lo recibimos en la hora importantísima y necesaria de nuestro bautizo. Desde ese instante crucial de nuestra vida, nuestro bautizo, nos acompañará para fortalecernos, levantarnos, recordarnos y darnos renovadas esperanzas en esos momentos de desfallecimientos y flaquezas para seguir firmes, injertados y adheridos a nuestro Señor. Sostener la mirada fija en Él nos mantendrá siempre en actitud perseverante.