miércoles, 19 de febrero de 2025

UN PADRE AL SERVICIO DE SU FAMILIA

Hay una oración que rezo todas las noches, desde hace ya tiempo. Y me parece que muestra y detalla las características de San José. Un padre bueno, responsable hasta el punto de que podemos suponer que para Jesús fue un reflejo del Padre del Cielo. La oración, por cierto del Papa León XIII, dice así:

A vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación,
y después de invocar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido y, por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la
escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzaren el Cielo la eterna felicidad.

Amén.

VER CON LA CLARIVIDENCIA DEL EVANGELIO

No se trata simplemente de ver, sino de ver con la claridad de la pura realidad. Es decir, ver realmente las cosas desde la óptica del Evangelio. Porque, todo lo que se mira desde el punto de vista humano está sujeto al error. Mientras lo que se mira desde la óptica de la Palabra de Dios es Camino, Verdad y Vida.

Todo lleva su tiempo, y las cosas no se pueden ver claramente de un segundo para otro. Igual que la fruta necesita tiempo para madurar, también nosotros necesitamos tiempo para ver y dejar que nuestro corazón madure en la Verdad de la Palabra de Dios. Todo lleva su tiempo, y sólo la Voluntad de Dios rompe esa temporalidad.

Nuestra mirada está esclavizada por el pecado y eso emborrona nuestra vista hasta el punto de cegarnos e impedirnos ver la realidad que nos rodea. Jesús viene a abrirnos los ojos para que veamos desde la óptica de su Palabra esa realidad en la que nos movemos y vivimos. Una realidad que debe, con nuestra aportación, a inclinarse a la fraternidad, al amor y la misericordia en un mundo mejor según la Voluntad de Dios.

Y eso, también para nosotros, lleva su tiempo. Un tiempo que pasa por poner disponible nuestro corazón en manos del Señor en la esperanza y confianza de madurar para ver el mundo de una manera nueva  desde la claridad del Evangelio.