viernes, 6 de septiembre de 2024

UN TIEMPO PARA CADA COSA

Es evidente que cuando se está alegre no se puede estar triste. Sería una contradicción. Sabemos por nuestra propia experiencia que haya momentos para celebrar, para hacer fiesta, comer, beber y saltar de alegría. Pero, también, por desgracia, sabemos que llegarán momentos de tristezas, de despedidas, de enfermedad, de muerte y…etc.

Hay momentos donde celebraremos con alegría la fiesta y otros, donde reinará la amargura y tristeza. Pero, como dice el refrán, «eso es ley de vida». Cada tiempo viene marcado por sus circunstancias, y muchas veces son favorables y otras no tanto. La realidad del mundo en el que vivimos nos enseña que eso es así.

Sin embargo, a pesar de todo ello, estamos llamados a sobreponernos, a echar para atrás lo viejo, lo establecido y buscar nuevos horizontes, nuevos tiempos que den sentido a nuestro camino y vida. Y es que el Señor está con nosotros, y como va en nuestro mismo camino debemos alegrarnos, y, hasta en los malos momentos, saber que Él está presente y nos consuela, nos fortalece para seguir adelante.

La esperanza de vivir en su presencia nos anima e impulsa a renovarnos constantemente, a no quedarnos con lo viejo, sino a alimentarnos en la esperanza de avanzar, de vivir, injertados en el Señor, los nuevos retos que la vida en nuestro propio camino nos va presentando. No olvidemos que cada tiempo trae sus problemas y alegrías, y éste que nos toca vivir a nosotros no va a ser diferente.

Por tanto, vivamos con la alegría de saber que Jesús, el Señor, está con nosotros, y con la serenidad, la paz y la esperanza de que también nos acompañará en los momentos de tristeza y penuria. Y con la esperanza de renovar nuestros odres viejos para así poder- en odres nuevos – beber del vino nuevo que nuestro Padre Dios nos ofrece cada día.