jueves, 4 de enero de 2024

DIOS CUENTA CONTIGO, NO HAY OTRO CAMINO

Es extraño y hasta misterioso que Jesús, el Hijo de Dios, necesite de nosotros para proclamar la Buena Noticia que trae de su Padre. ¿Por qué no podía hacerlo Él solo? ¿Acaso no tiene el Señor poder y fortaleza para hacerlo? Luego, ¿por qué reclutar un equipo y fundar su Iglesia para dar a conocer el Reino de Dios?

Supongo y creo que esta forma de dar a conocer su Reino está estrechamente ligada a nuestra condición de seres libres. Hemos sido creados en libertad y será desde nuestra condición de seres libres como tomaremos la opción de decidirnos por un camino u otro, por acoger el Reino de Dios o tomar el camino del príncipe del mundo (Dt 30, 15). Desde esa concepción del ser humano será condición imprescindible de reclutar un colegio apostólico para salar y dar luz al mundo con y de la Palabra de Dios.

Porque se trata de no solo enseñar sino también de dar testimonio con tu vida y tus obras. No es la palabra la que tiene la última influencia en el corazón del hombre, sino el testimonio y coherencia de su vida con su palabra. Es realmente eso lo que convierte y lo que empuja a vivir y hacer lo mismo.

Y, claro, nuestro Padre Dios no quiso influir con su Poder en nuestra voluntad. Así la cosa no tendría gracia ni hubiese hecho falta sacrificios ni el padecer su Pasión. Con solo mover un dedo bastaría. Luego, si todo va a depender de la decisión que tome el hombre, se necesitará una catequesis y exposición del Amor Misericordioso que nos ofrece y propone el Señor.  

Además, si Él, encarnado en Naturaleza humana, tendría que irse, como nos vamos todos, ¿quiénes seguirían su misión? ¡Démonos cuenta de que todavía hay muchos que no creen en su Resurrección y necesitan conocer la Palabra y la luz del Espíritu!

Concluimos en que Dios viene a sugerirnos que no moverá las cosas si no nos ponemos de su parte y aceptamos estar con Él. Anhela la alianza y nos la ofrece: es todopoderoso, sí, pero con nosotros (esto último tomado del Evangelio diario de la Compañía de Jesús – comentarios: Francisco José Ruiz, SJ).